viernes, 12 de septiembre de 2014

ESA MALDITA TESIS



He estado desconectada los últimos tiempos de mi nueva etapa bloguera; pero ha sido por una razón de peso. Ha llegado el momento que llevaba esperando mucho, mucho tiempo: estoy escribiendo mi tesis doctoral.


Cuando di la noticia en mi entorno social, todos se alegraron, porque saben los sacrificios, sudores y trabajo que ha conllevado llegar hasta aquí. A pesar de eso, en aquellos amigos y familiares poco cercanos al “mundo” científico pude ver un gesto extraño en los ojos que ya he visto antes, y que se pude traducir como: “No tengo ni idea de lo que me estás hablando, pero me parece bien”. Vamos, que si ya la gente no suele saber qué es una tesis doctoral, el conocimiento no siempre llega por cercanía personal o consanguínea.


Así que, dado que este blog pretende ser divulgativo y sobre ciencia, creo que es muy importante explicar qué es una tesis doctoral y para qué sirve. Al menos así sabréis a lo que nos enfrentamos los jóvenes que decidimos introducirnos en el mundo científico.


Pongámonos en situación: érase una vez una niña que quería ser científica. Estaba muy segura de que quería serlo, aunque si un mayor (definido por persona de más de 20 años y muy alta) le preguntaba por qué, decía algo vago como “descubrir cosas” o “hacer inventos”. Sólo sabía que le gustaba (márquese lo que proceda) los animales, los bichos, las plantas, “La Vida Es Así”, las clases de Conocimiento del Medio, los libros sobre naturaleza, recoger piedras en el río, mirar las estrellas y/o muchas cosas más que otros niños definirían como “cosas raras”; tenía en la cabeza imágenes de laboratorios oscuros llenos de probetas con líquidos brillantes dentro. La niña creció, se hizo adolescente, y dejó de tener Conocimiento del Medio y empezó a tener Biología, Química, Física como asignaturas, y poco a poco aprendió lo que eran las células, las moléculas, los planos inclinados, la refracción de la luz, y cada vez le gustaba más lo que tenía que estudiar. Más que gustarle (a nadie le gusta estudiar en sí), sentía curiosidad y quería saber más que lo que ponía el libro, cosa que otros chicos de su edad definirían como “cosas de empollones”. Así que, cuando le preguntaba una persona mayor (definido por persona de más de 30 años y de altura normal) que qué quería ser de mayor, decía bióloga (insertar aquí chiste sobre Ana Obregón), química, ingeniera, física, por ejemplo. Y cuando uno de esos mayores le preguntaba que para qué servía eso, en qué iba a trabajar después, ella respondía: quiero investigar. Y no le importaba que le dijeran que “eso no tiene salida”, porque quería saber más, y estudiar una de esas carreras era la forma de llegar allí.


Así que lo hizo. Se matriculó en la universidad de turno junto a un montón de gente como ella, y, año tras año, aprendió más. Pero siempre parecía que había más que saber. Todos los años, compañeros dejaban la carrera, agobiados por unos estudios que no parecía llevar a nada de futuro laboral, agobiados por el alto nivel de exigencia de las carreras científicas, agobiados por en torno a 6 u 8 horas diarias de clase entre teóricas y prácticas, agobiados por exámenes parciales, teóricos, prácticos, de 3 o 4 horas de duración, para aprobar raspado porque en una cuenta despejó mal un número después de un perfecto planteamiento de la ecuación. Pero a nuestra niña no le molestaba que se fuera gente: se daba mejor clase con menos alumnos en el aula. Tenía que haber menos competencia, las notas altas eran difíciles de alcanzar y, a estas alturas, ya sabía que de su nota media dependía su futuro: marcaría su acceso a becas y buenos laboratorios donde hacer la tesis. También hizo un máster, y prácticas (gratis) en algún laboratorio de la Universidad, uno que se ajustara al campo que más le gustaba, yendo a trabajar (gratis) después de clase, para tener mejor currículum para hacer la tesis. Aunque, en muchos casos, no sabía todavía muy bien qué era hacer una tesis, o tenía una visión idealizada de ello. Sólo sabe que si quiere dedicarse a la investigación, está obligada a tener una tesis doctoral.


Durante todos esos años, la niña se había ido especializando más y más en un solo campo de conocimiento. Por ejemplo, dentro de la Biología, le gustaba la biología molecular y celular, dentro de la biología molecular y celular, le gustaba lo que tenía que ver con genética; dentro de la genética, la expresión de los genes en una enfermedad. Pero para estudiar eso, tenía que especializarse más: tenía que hacer una tesis. ¿Y qué es una tesis?


Una tesis doctoral es un estudio que se hace a nivel de postgrado, es decir, cuando ya tienes el título de tu carrera, para llegar a tener el máximo grado de estudios que hay: Doctor. Ser doctor no es ser médico. Ser doctor es tener una tesis doctoral. Muchos de los médicos que nos atienden no tienen tesis doctoral, pero en España, tradicionalmente, se les denomina así, mientras que en los países angloparlantes se les llama physicians, o como se diría en español antiguo, físicos (porque tratan la parte física de la persona). Dejando al lado este tema, la tesis es, como he dicho, un estudio. Es una profundización sobre un tema en concreto, tan en concreto que se aísla del resto del conocimiento científico. Por ejemplo, a nuestra niña, que ya tiene 23 años, le interesaba la genética de las enfermedades, así que buscó grupos de investigación en centros que estudiaran enfermedades (cáncer, infarto, Alzheimer, esclerosis múltiple, la que sea) desde un punto de vista genético, y mandaba e-mails a montones con su currículum, o veía en un tablón de la facultad que se buscaba alguien para hacer la tesis en el laboratorio de Fulanito, y le escribía. Si tenía suerte y buenas notas, entraba en un grupo bueno (definiendo como bueno: con dinero y que publiquen artículos en revistas de alto impacto). Si no, pues entraría en otro peor. El caso es que la niña acabaría entrando en un laboratorio para estudiar “El papel de la quinasa MKK6 en enfermedades neurodegenerativas”, por ejemplo. Eso tiene todo que ver con lo que quería estudiar, y nada al mismo tiempo, porque una de las desventajas de la especialización de la ciencia es que a menudo se pierde visión de conjunto.


Pero ya está haciendo la tesis y pide una beca para hacerla, que básicamente es SU SUELDO, si se la conceden.  El trabajo de tesis científica consiste en estudiar todo lo que se conoce sobre un tema concreto, hacer hipótesis sobre un evento observable y  hacer una serie de experimentos para probar si es verdad o no. De la conclusión, sale otra pregunta, se estudia si se sabe algo de ello, se formula otra hipótesis y se comprueba. Y así se puede seguir hasta el infinito, por lo que en algún momento hay que parar. Normalmente se para cuando se termina la beca, o cuando ya no pueden pagarte más, o en casos muy tristes y abundantes, cuando llevas años trabajando gratis y ya no puedes aguantar más la situación. Normalmente, la tesis suele tener una duración inicial de 4 años, y digo inicial porque muchas veces se tardan 5, 6, 7 años en acabar. Empieza a sumar años: la niña cumplirá 30 años y seguirá estudiando. No sé vosotros, pero a mí de pequeña me decían que pobres los que estudiaban Medicina, que se tiraban estudiando hasta los 30. Ja.


La tesis en sí es un trabajo escrito y original, es decir, que escribes una especie de libro sobre algo que has investigado tú y que por tanto no lo sabe nadie; en ese momento eres el mayor experto del mundo en el tema de tu tesis, no sólo por el trabajo, sino porque has leído y estudiado toda la bibliografía relevante sobre el tema (en una tesis suele haber unas 200 referencias bibliográficas). Lo presentas ante un tribunal de varios científicos que leen tu trabajo, te escuchan explicarlo ante una audiencia de compañeros, amigos y familiares (estos últimos no entienden nada de MKK6 o de Angiotensina o de cualquier cosa que cuentes, y se tiran toda la presentación mirando al vacío y su único comentario es lo bien que lo has hecho), y al final, el tribunal te hace preguntas sobre a) cosas que no les han quedado claras, b) hipótesis que puedas tener relacionadas con tus resultados, c) cualquier cosa que se les ocurra; estableciéndose una discusión científica, que puede durar la friolera de 2 horas (de pie, con los nervios de punta y sin comer). A cambio, te dan un título que pone que eres Doctor en Ciencias. Y te emborrachas para celebrarlo.


La tesis, ahora en personal: es tu trabajo particular, es lo que has sido esos años, es tu sufrimiento diario, es tu vocación cumplida, es lo que amas y lo que te trae por la calle de la amargura. Cuando una persona “normal” se va a casa tras trabajar, deja el trabajo en la oficina o en la obra. Cuando un doctorando (persona que hace la tesis doctoral) se va para casa, el trabajo le persigue. Incluye las vacaciones, los findes. Es difícil desconectar de esto, porque es más que un trabajo, es una parte de ti. ¿Os doy una prueba? En inglés, Doctor en Ciencias se llama PhD., philosophiae doctor, que en español es Doctor en Filosofía. Es decir, doctor en el “Amor al saber”, que es lo que significa en griego filosofía. ¿Qué hay más definitorio sobre esa niña desde que decidió que quería ser investigadora que el “amor al saber”? Nada.


Pues así estoy yo. Escribiendo ese trabajo único sobre algo que sólo sabré yo. Esperando compartirlo.


Si queréis verlo gráficamente, visitad este enlace (el original en inglés es de Matt Might, profesor de la Universidad de Utah), que hizo que se me pusieran los pelos de punta la primera vez que lo vi. Vale más una imagen que 1672 palabras.


:) 


lunes, 28 de abril de 2014

LA ÓSMOSIS: UN PROCESO CLAVE PARA LA VIDA



Este post está dedicado a la primera pregunta que me han hecho en mi consultorio científico. La petición viene de Pelayo Casares y exactamente lo que me ha pedido es que explique este proceso maravilloso porque a él le parece que es muy importante para entender los frágiles equilibrios en los que está sustentada la vida. Y tiene razón.


La ósmosis es un proceso biológico que tiene mucho que ver con la química y la física, pero también lo suficientemente sencillo como para que no hagan falta conocimientos de ninguna de estas dos para entenderlos. Se basa en la necesidad de equilibrio entre el medio externo e interno de la célula, equilibrio necesario para mantener la vida.


Empecemos entendido lo que son las sales, moléculas que  están compuestas de iones (átomos con carga eléctrica). Por ejemplo, la sal común, la que usamos para cocinar, en realidad es cloruro de sodio (NaCl), que está compuesta por dos iones, sodio (Na+) y cloro (Cl-). Los símbolos + y – representan la carga que tienen esos iones (carga positiva y negativa, como en las pilas). Como los polos opuestos se atraen, el sodio y el cloruro tienden a juntarse y por eso el cloruro de sodio forma una sal. Pues así con todas las sales: son uniones de iones positivos y negativos, donde tiene que haber una neutralidad, es decir, tantos positivos como negativos. Hay muchos tipos de sales, y lo que les pasa al disolverse en agua es que cada ión se va por su lado, atraído por el agua, así que siguen juntos pero separados por las moléculas de agua, llenándola de cargas positivas y negativas (por eso el agua salada es más conductora de la electricidad, está “más cargada”).


Ya he explicado que la célula tiene en su interior un medio acuoso (plasma celular) que está compuesto por agua y diversas sales. Las sales son muy importantes para mantener a la célula viva y trabajando, ya que determinan la carga que hay dentro de la célula, el pH, los iones que pueden ser usados para distintas reacciones, etc. Las células están unidas a otras células, pero entre ellas también hay un componente acuoso que facilita que a estas les llegue el alimento y el oxígeno desde los vasos sanguíneos. Pues aquí es donde hace falta el equilibrio, entre el exterior y el interior de la célula.


La ósmosis podría ser definida como el proceso que regula el paso de agua y sustancias desde un medio acuoso a otro medio acuoso a través de una membrana semipermeable. ¿Qué significa semipermeable? Pues, como su nombre indica, que puede ser atravesada por unas sustancias pero por otras no. Este proceso se realiza “a favor de gradiente”, es decir, de donde hay más a donde hay menos, para igualar los dos lados. Así (dibujado con el Powerpoint, sigo sin saber nada de Photoshop):
La ósmosis explicada a mi bola

 La imagen 1 representa a una membrana que separa dos medios con distinta composición en las moléculas A y B. Si la membrana fuera impermeable a todo, así se quedarían. Sin embargo, en la imagen 2 se ve cómo, si esta membrana fuera permeable a todos los compuestos, A y B migrarían a través de ella hasta que hubiera la misma cantidad a los dos lados. Como A está en mayor cantidad a la izquierda, el gradiente va hacia la derecha, y al revés con B. Por el contrario, en la imagen 3 tenemos una membrana semipermeable, que sólo deja pasar A, mientras que B no puede traspasarla. Así que A va a favor de gradiente y se va a la derecha a igualar las cantidades, pero B se queda desigual. Y eso es la ósmosis: la capacidad de las membranas para dejar que pasen a un lado y otro unas cosas u otras dependiendo de lo que haya en el medio.


Vayamos a la célula. La membrana plasmática es semipermeable, concretamente, no es permeable a los iones, ni a las moléculas grandes (azúcares, proteínas…); pero sí al agua. Así que lo que va a pasar de un lado al otro, para mantener el equilibrio, es el líquido elemento.


Imaginaos dos vasos de agua. En un vaso ponemos dos cucharadas de sal y en otro sólo una. Lógicamente, en el primer vaso el agua está más salada, y si queremos igualar la salinidad usando sólo agua, la única opción es añadir a este vaso más agua hasta que el líquido sepan igual, ¿verdad? Pues lo mismo hace la membrana celular, y lo hace dejando pasar sólo el agua del lado menos salado (con más agua) al más salado (con menos agua). Veámoslo en un dibujo:
La ósmosis, así con colorines.


En la imagen 1, a la izquierda, hay 4 moléculas de agua para 4 de sal, es decir: 4/4=1. En cambio en la derecha, hay 4 de agua para 2 de sal: 4/2=2. Hay más agua a la derecha que a la izquierda en relación a la cantidad de sal. Así que, en la imagen 2, el agua va a pasar de la derecha a la izquierda para equilibrar esa diferencia, y quedarían: a la izquierda, 5 moléculas de agua para 4 de sal (5/4=1,25); a la derecha, 3 moléculas de agua para 2 de sal (3/2= 1,5). Como veis, la relación de agua y sal, que se llama concentración, se están igualando. Ya no es el doble en una y en otra, sino que son muy parecidas. En un medio con montones de moléculas de agua y sales, esto sigue y sigue hasta que la concentración es igual a los dos lados.


Y por eso no se debe beber nunca agua de mar (con mucha sal) o agua destilada (agua a la que se le ha quitado toda la sal), porque a nuestras células no les sienta nada bien el desequilibrio tan grande que se produce entre el exterior y el interior de sus membranas:

  •           Con agua salada, las células notan que hace falta agua fuera de la célula, y empiezan a dejarla salir, por lo que la célula se deshidrata, se queda seca como una pasa y se muere.
  •           Con agua destilada, las células notan que su medio interno tiene mucha sal comparado con el externo, así que empiezan a meter agua a su interior, se hinchan y acaban estallando como un globo, y por supuesto, se mueren.

Así que ya os dais cuenta de lo importante que es la ósmosis para estar vivos.


¿Os preguntáis qué pasa con las sales en sí mismas? ¿Cómo pasan de dentro a fuera y viceversa en las células, si sus membranas son impermeables a ellas? Simplemente contaros que hay unos poros en la membrana, que son como agujeros, que la célula puede abrir o cerrar a voluntad dependiendo de su necesidad para dejar pasar los iones a un lado o a otro. Pero esto ya es otra historia.


Para saber más:


martes, 15 de abril de 2014

Empecemos por el principio...



Pensando en cuál sería mi primer post, escribí una lista larga de temas que me gustaría cubrir, desde enfermedades como el cáncer a polémicas sobre los alimentos con supuestas propiedades curativas. Sin embargo, me di cuenta de que no valdría de nada si no empezaba por lo más básico, una lección de biología a nivel 0 para la gente que no sabe nada del tema y de repaso para los que ya no se acuerdan desde que lo estudiaron en el colegio, es decir, la gente a la que quiero que vaya dirigido el blog. Y lo más básico es, amigos míos, la célula.

La célula es la unidad básica de la vida. Nosotros, los animales y las plantas somos nada más que células pegadas las unas a las otras que trabajan juntas porque un día en el pasado más prehistórico posible se dieron cuenta de que así se ayudaban las unas a las otras y se podían repartir el trabajo, y que la existencia es más cómoda en sociedad cooperativa, por eso nos llamamos organismos pluricelulares. Las bacterias son células muy simples que existen en su forma actual desde los orígenes porque mientras las demás evolucionaban y se hacían complejas ellas se dieron cuenta de que la vida les iba suficientemente bien como para quedarse como estaban y que pa’ qué molestarse más, y la verdad es que lo han hecho muy bien, porque ahí siguen, tan campantes; por ello, las bacterias son organismos unicelulares. Los virus son una cosa aparte, y ya la explicaré otro día; simplemente decir que no son células.

Somos células. Pero, ¿qué es una célula? Aquí va un dibujo explicativo de una célula “modelo” y los orgánulos que la componen (hecho a mano porque con el Photoshop soy manca perdida, por favor no me juzguéis):


La célula, dibujada como si tuviera 12 años.



Tres cosas a tener en cuenta:

  1. El dibujo no está a escala (el tamaño medio del núcleo es de 6 micrómetros (1000 micrómetro o micra = 1 milímetro) mientras que una mitocondria mide unos 2 nanómetros (1000 nanómetros = 1 micrómetro).
  2. Aunque lo parezca, una célula no es un huevo frito, tiene volumen, así que imaginárosla más bien como una esfera.
  3. He dibujado cuatro cosas dentro de la célula flotando en la nada. En realidad, la célula está llena hasta los topes de los orgánulos que os he dibujado y están todos organizadísimos ocupando el espacio del plasma celular.
Pensad en la célula como una fábrica que construye la posibilidad de estar vivos. Suena ñoño pero es cierto. La célula, desde su existencia, sólo hace una cosa: trabajar, trabajar y trabajar, produciendo todo lo que necesitamos para vivir y quemando alimento gracias al oxígeno que respiramos para mantenernos con energía. Para ello, los propios orgánulos están especializados en funciones que se parecen a las líneas de producción de una fábrica. Vayamos uno a uno:

  • Membrana plasmática: es una barrera que separa la célula de su medio externo y hace que sea un ente individual y diferenciado del resto. Está compuesta de lípidos y regula lo que entra y sale de la célula.
  • Núcleo: es el centro neurálgico de la célula, contiene el DNA y está separado del resto por una membrana que no se parece mucho a la plasmática en la forma, pero también es lipídica. Al contener el DNA, se encarga de dirigir todo lo que pasa en la célula.
  • DNA: No lo llaméis ADN, por favor. La base de la vida, y la culpable de que hayas heredado lo que no te gusta de tus padres.
  • Retículo endoplásmico: es un orgánulo con forma de tubos interconectados que se encarga de fabricar proteínas, de metabolizar grasas y demás. Puede ser liso o rugoso, este último tiene pegados a su membrana un montón de ribosomas y por eso se ve al microscopio como si tuviera pelotas pegadas.
  • Mitocondria: Es un orgánulo que produce energía pura y dura, a partir de lo que comes y del oxígeno que respiras. Tiene su propio DNA en su interior, y algún día os explicaré por qué.
  • Aparato de Golgi: Es el orgánulo encargado de producir polisacáridos (azúcares complejos) y de excretar lo que produce el retículo endoplásmico al exterior de la célula (si es que tiene que ser excretado para usarse fuera y no dentro). Tiene forma de sacos apilados, y debe su nombre a Camillo Golgi, que recibió el Premio Nobel de Medicina junto a Ramón y Cajal en 1906, a pesar de que el primero que lo dibujó y describió fue este último. Los españoles siempre llegamos tarde hasta para poner nombre a las cosas.
  • Lisosomas, vesículas, vacuolas, etc: Hay muchos orgánulos que se parecen a pelotillas rodeadas por una membrana lipídica y que reciben nombre dependiendo de la función que tienen: degradar productos inservibles o peligrosos, transportar cosas de un lado al otro dentro de la célula, contener la grasa del chorizo que te has comido, etc.  Son muchas y variadas.
  • Centriolos: Son una especie de poleas que sirven para organizar a los orgánulos cuando la célula se está dividiendo y repartirlos entre las dos células hijas resultantes en paz y armonía.
  • Ribosomas: Son unas estructuras complejas compuestas por proteínas y que son las productoras de eso mismo, de proteínas. Pueden estar aislados, o juntos, o pegados al retículo endoplásmico rugoso, donde se termina el proceso de producción. Los he dibujado unido al RNA, que es una copia más sencilla que se hace del DNA para que el resto de la célula sepa que es lo que ordena hacer el núcleo hoy. Los ribosomas leen el RNA y acatan las órdenes de producción.
  • Por último, el plasma celular es un líquido acuoso con “sales” disueltas, aunque más bien está lleno de microtúbulos que forman el citoesqueleto, que es algo así como el armazón que sujeta todo en su sitio y le da forma a la célula.

En el cuerpo humano hay en torno a 1014 células (un 1 seguido de catorce ceros, probad a escribir el número en un papel para daros cuenta de la magnitud), unidas formando el corazón, los pulmones, el cerebro, la piel… Hay células formando nuestras arterias y venas por las que circulan otras células que están en la sangre.  Dependiendo de lo que estén haciendo en nuestro cuerpo, las células se especializan para un trabajo determinado, y por eso las neuronas y las células de la piel no se parecen en nada cuando las miramos al microscopio.

Este post me ha quedado más largo de lo que debería, pero creo que será una buena introducción para aquello que os contaré luego.  Os dejo un enlace a un vídeo genial que ilustra muy bien el lío que hay dentro de la célula a cada momento con cosas moviéndose y produciéndose y degradándose y de todo, todo el rato. También os dejo un enlace a Wikipedia donde tenéis más información más completa sobre la célula y su organización.

Espero que os haya gustado. Y recordad que si tenéis preguntas, podéis dirigirlas a mi consultorio científico, en cientificamentehablando@gmail.com.

Hasta otra!!!!



lunes, 10 de marzo de 2014

Todos los inicios son duros. Los de la Ciencia, más.

Después de mucho pensarlo, creo que ha llegado el momento.
Es difícil abrir un blog de ciencia, más allá de las facilidades técnicas de la publicación on line de la blogosfera. Hoy es fácil empezar una bitácora donde derramar los pensamientos propios y ajenos. A lo que me refiero es a que es difícil escribir un blog científico en medio del mar de ellos que existen en este universo alternativo y digital. Es difícil pensar en qué contar, en cómo hacerlo, para que no resulte "uno más". La competencia es dura. Hay magníficos blogs como Sonicando, o Scientia, ya consolidados y con muchos seguidores, con autores que se pueden definir como divulgadores científicos. Yo no aspiro a llegar a ese nivel, pero ya hace tiempo que siento la necesidad de compartir mi trabajo fuera de los círculos habituales del mundo académico. Por eso, me puse a pensar en qué me gustaría contar sobre la Ciencia a la gente. Y tuve una respuesta clara.
Siempre me ha puesto muy nerviosa la gente que, sin dedicarse a esto, introduce en sus conversaciones las frases "está demostrado científicamente", "según los científicos", "es algo científico", "los científicos dicen que", "científicamente hablando", etc. La mayor parte de la gente se abraza a la Ciencia sin tener ningún conocimiento básico sobre ella, sin ninguna base sobre la que opinar razonadamente, sin saber ni siquiera en qué consiste el trabajo de esos "científicos" de los que hablan. En una encuesta de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECYT) publicada el año pasado, un alto porcentaje de la población española estaba muy interesada por la Ciencia. Me gustaría saber cuántas de esas personas hacen algo por saber más de esa ciencia que les gusta tanto, cuántas son capaces de nombrar un científico vivo ya no español, sino a nivel mundial. Muy pocas.
Sin embargo, las coletillas que enumeré antes son habituales en nuestras conversaciones. Se insertan en anuncios, en artículos de prensa, lo dice la gente cuando quiere dar un punto argumental con seguridad. Más allá de la posibilidad de que nos estén tongando con algo que desconocemos cómo funciona, me preocupa que la gente no se plantee que hay detrás de esa idea del "científicamente comprobado". Me da pavor pensar que, tras las luces que el avance científico nos ha dado, se instala la oscuridad de la ignorancia para la mayor parte de la gente; y que igual que antes se recurría a la religión, ahora muchos recurren a la idea de la Ciencia como faro de la Verdad absoluta. Y es que la primera premisa de la Ciencia es, precisamente, que no hay Verdad ni absolutos.
Por vez primera, he decidido hacer otra cosa aparte de cabrearme cada vez que escucho a alguien hablar de ciencia sin haber aprobado nunca la Biología de 3º de ESO. Quiero escribir este blog. Quiero contar qué es la Ciencia para todos los que quieran saberlo. Quiero llevar el método científico a la cultura general. Quiero divulgación científica para todos, para mis padres que no saben exáctamente a qué me dedico, para mi hermana que es de Humanidades, para mis amigas artistas que no saben dividir la cuenta entre cuatro. En pocas palabras, quiero ayudar a entender este mundo que hace del mundo un lugar mejor. Quiero que la gente aprenda, discrimine y tenga espíritu crítico. Quiero un mundo, en definitiva, lleno de científicos en el interior, sea cuál sea su profesión.
Espero que os guste.