Ahora que el drama de la tesis ha sido superado y ya me puedo llamar Dra. Lozano, me he
propuesto sinceramente y con gran convicción retomar el blog. Pensando en el
tema de este post de retorno, recordé una anécdota con un grupo de conocidos no-biólogos
que ocurrió cuando estaba en la universidad. Estábamos tomando sidras y uno de
ellos comentó que la mesa estaba hecha una guarrada, que a saber cuántos bichos
habría pegados en ella. Yo, sin siquiera mirarle, respondí en tono de broma: “Hombre,
bebiendo un cultivo de bacterias como este, yo no preocuparía tanto de la mesa”.
Me miró como si hubiera matado un gatito, y me dijo:
-¿Bacterias? ¿En
la sidra?
-Sí, claro.
-¿En la sidra? –apartó
el vaso con mala cara-. ¡Qué asco!
-Pero, ¿cómo
crees que se hace la sidra? –pregunté extrañada-. ¿Cómo aparece el alcohol?
¿Por generación espontánea?
(Obviamente, este es un chiste biológico y nadie
lo entendió, así que sonaron un par de grillos antes de su respuesta).
-Y yo que sé,
pero ¿cómo pueden poner algo tan asqueroso en algo que se bebe? ¡Vaya cerdos!
Por más que
intenté explicarle que las bacterias eran necesarias para hacer el alcohol, el
queso, los yogures y para que él mismo hiciera la digestión, y que muchas eran
beneficiosas para nuestras existencia, no le convencía. Era asqueroso, y punto.
Siempre cuento
esta historia cuando quiero ilustrar el grado de desconocimiento general que
existe en nuestra sociedad sobre los seres más sencillos, antiguos y pequeños
de nuestro planeta, a pesar de que están en boca de todos en cuanto se salen de
madre y les da por montar alguna catástrofe, como ésta, o éstas. Así que voy a dedicar
una serie de post a los microorganismos, y éste será su post inicial.
Los microorganismos
son una serie de seres vivos que se caracterizan por su pequeño tamaño (son
visibles sólo al microscopio), sencillez estructural y por ser los primeros que
aparecieron en la evolución, hace unos 3.000 millones de años en adelante. Suelen
ser unicelulares, es decir, compuestos sólo por una célula, y pertenecen a
distintos reinos dependiendo de sus características. Aquí van los distintos
tipos de bichos y una breve explicación:
-Bacterias: son
unicelulares (una célula) y procariotas (no tienen núcleo definido, sino que su
DNA está por ahí esparcido y mezclado con el resto de componentes celulares).
Pueden ser heterótrofos (que necesitan tomar el alimento del ambiente, como
nosotros) o autótrofos (fabrican su propio alimento a base de luz, agua y
cuatro compuestos más, como las plantas).
-Protistas: son
unicelulares y eucariotas (sí tienen núcleo). También los hay heterótrofos (se
llaman protozoos) y autótrofos (el famoso fitoplancton que es la base de
alimentación de una gran parte de animales marinos).
-Hongos: son
unicelulares o pluricelulares, dependiendo del tipo. Cuando los ves crecer por
las esquinas del baño o en un yogur caducado, son pluricelulares y han crecido
hasta ser visibles sin microscopio. Son eucariotas y heterótrofos. En este
reino también se incluyen las setas, sí, esas tan ricas que te comes a la
plancha, pero estas ya son macroscópicas y no nos interesan.
-Virus: Los virus
son mucho más sencillos que los anteriores. Los he dejado para el final porque
en realidad no son considerados seres vivos, ya que ni siquiera son células y
no tienen funciones biológicas. Un virus es un ácido nucleico (DNA o RNA)
envuelto en una cápsula de proteína. Por sí solo es inerte, una mesa de jardín
tiene más vida que un virus. No hace nada de nada hasta que se encuentra con
una célula y la infecta y la lía.
-Priones: Estos
ya son el colmo. Son sólo una proteína, y mal plegada, que cuando entra en
contacto con un ser vivo, le modifica sus proteínas sanas y las convierte en
mal plegadas como ella. Parece una tontería, pero si recordáis la crisis de
enfermedad de las vacas locas que tuvo en jaque a toda Europa en los años 90,
que sepáis que el responsable era un prión.
Hay todo un
universo viviente bajo nuestra mirada del que no notamos nada. Los
microorganismos, como habréis aprendido, producen enfermedades; pero la mayor
parte del tiempo o hacen su vida sin molestar o son beneficiosos para nosotros.
Por ejemplo, en nuestro tracto digestivo hay una película de bacterias llamada biofilm que recubre el epitelio y que
nos ayuda a hacer la digestión y a evitar que los patógenos de la comida nos
infecten. Para que os hagáis una idea, en el cuerpo humano hay 10 veces más de
bacterias que de células nuestras, y ninguna nos hace daño. Por eso es tan
negativo tomar demasiados antibióticos, porque matan bacterias, y si nos
cargamos a las que nos ayudan, estamos fastidiados.
En futuros posts
hablaré un poco más de cada tipo de bicho. Sólo espero que esta breve
introducción os haga daros cuenta de que no son tan asquerosos como los
anuncios de lejía nos sugieren, y de que hay cosas maravillosas que no se ven a
simple vista.
Hasta otra :)
Ay que ver los priones! Menudas proteínas más malintencionadas! Me ha gustado el post. Un besín!
ResponderEliminarGracias Alex. :)
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